
Las bolsas sin freno y miedo?
Tregua comercial entre EE.UU. y China impulsa a los mercados: ¿Qué hay detrás del alivio y qué esperar ahora?
Los mercados financieros han recibido con alivio una pausa significativa en las tensiones entre Estados Unidos y China, luego de que ambos países anunciaran desde Suiza una tregua comercial de 90 días. Durante este periodo, acordaron reducir aranceles de forma notable mientras trabajan en un acuerdo más amplio. Esta distensión llega tras una escalada agresiva iniciada el 2 de abril, cuando EE.UU. impuso aranceles del 145% a productos chinos, a lo que China respondió con una tarifa del 125% sobre bienes estadounidenses.
Ahora, EE.UU. reducirá la mayoría de sus aranceles al 30% —incluyendo un 20% relacionado con la lucha contra el fentanilo— y China hará lo propio bajando sus tarifas al 10%, además de suavizar restricciones a productos estratégicos como los minerales de tierras raras. Esto provocó un fuerte rebote en los mercados y un repunte en las tasas de interés.
En paralelo, Washington anunció la flexibilización de restricciones al comercio de chips de inteligencia artificial, facilitando operaciones entre firmas estadounidenses y extranjeras. El acuerdo entre NVIDIA y Arabia Saudita, sumado a estas medidas, elevó aún más la confianza inversora, especialmente en el sector tecnológico.
Nuestro análisis: ¿Alivio temporal o puerta a una nueva etapa?
Aunque se trata de una solución temporal, esta tregua sugiere que ambas potencias reconocen los límites prácticos de una guerra comercial prolongada. La voluntad de negociar marca un cambio de tono importante tras semanas de tensión.
El contexto es clave: China representa el 13% de las importaciones estadounidenses, mientras que el Reino Unido apenas el 2%. Además, el 7% de las exportaciones de EE.UU. se dirigen a China. Por tanto, cualquier pacto con el gigante asiático tiene un peso económico mucho mayor.
Aunque la incertidumbre persiste, el freno parcial a los aranceles podría evitar escenarios más extremos, como una recesión global. Se proyecta que los aranceles se estabilicen en torno al 10-15%, lo que generaría una inflación moderada y un crecimiento económico positivo aunque más contenido.
Los datos económicos dan algo de oxígeno
A pesar del ruido geopolítico, los indicadores duros como inflación, empleo y ventas minoristas han mostrado cierta estabilidad. El IPC de abril subió solo 0.2%, y su variación anual fue del 2.3%, menor al mes anterior. El IPC subyacente también se mantuvo estable, en 2.8% anual. En tanto, el índice de precios al productor cayó de forma sorpresiva en abril (-0.5%), señal de que no hay presiones inflacionarias a corto plazo.
Las ventas minoristas avanzaron apenas un 0.1%, por debajo del consenso, aunque con una revisión al alza del dato de marzo (de 1.4% a 1.7%). El componente de control, que excluye elementos volátiles, cayó un 0.2%. Mientras tanto, las solicitudes de subsidio por desempleo se mantuvieron dentro de lo esperado, sin cambios relevantes.
Pero los datos blandos muestran señales de alerta
La confianza del consumidor sigue resentida. El índice de la Universidad de Michigan cayó casi un 30% desde enero, ubicándose en su nivel más bajo desde junio de 2022. La incertidumbre sobre los aranceles y el temor inflacionario están pesando en la psicología colectiva, lo cual podría reflejarse en decisiones de gasto y planes de inversión en los próximos meses.
Nuestro enfoque como inversores: lo importante es el control
Pese a la reciente volatilidad, el mercado estadounidense logró recuperarse tras una caída del 19% desde los máximos de febrero, evitando una fase bajista formal. Las carteras diversificadas globalmente han mostrado mayor estabilidad gracias al mejor desempeño de bonos y acciones internacionales.
Para los inversionistas orientados a objetivos, la clave es mantener el enfoque en lo que se puede controlar: construir una estrategia diversificada, reequilibrar posiciones y adaptar los portafolios a un entorno de inflación estructuralmente más alta.
Sugerimos mantener una sobreponderación en acciones —especialmente de mediana y gran capitalización en EE.UU.— y complementarlas con bonos de mediano y largo plazo de alta calidad, aprovechando los rendimientos del Tesoro cerca del rango objetivo del 4% al 4.5%.
Mirada hacia adelante: cautela con fundamento
Aunque la política comercial sigue siendo una fuente de volatilidad, es probable que la atención se desplace hacia estímulos fiscales y decisiones de política monetaria. La Reserva Federal mantiene su postura restrictiva, pero anticipamos posibles recortes de tasas en el segundo semestre si el mercado laboral muestra señales de enfriamiento.
Jerome Powell, presidente de la Fed, reafirmó su compromiso con el objetivo de inflación del 2% y dejó entrever cierta flexibilidad si las condiciones se deterioran.
En conclusión, aunque el entorno global continúa siendo complejo, esta tregua brinda una ventana de oportunidad. No es el final del conflicto, pero sí una pausa valiosa para ajustar estrategias, proteger carteras y aprovechar oportunidades selectivas en un mercado que sigue mostrando resiliencia.
Resumen:
Desde el punto de vista de los mercados, esta pausa fue suficiente para aliviar el miedo a un escenario de estanflación o recesión, pero no elimina los riesgos de fondo. De hecho, el simple hecho de que el mercado haya reaccionado con euforia muestra la sensibilidad emocional y la alta dependencia de titulares políticos.
Ahora, lo interesante es que el sector tecnológico está recuperando impulso, no solo por el relajamiento en comercio de chips, sino porque las empresas líderes como NVIDIA siguen expandiendo su presencia global, lo cual desconecta un poco al mercado tech del ruido político local.
Por el lado macroeconómico, la inflación da señales de moderación real, algo que se traduce en mayor flexibilidad futura para la Fed, pero ojo: no esperes recortes de tasas hasta que el empleo muestre grietas. La Fed está jugando a la prudencia y quiere evitar reactivar presiones inflacionarias demasiado pronto.
El consumidor, aunque fuerte aún, ya empieza a mostrar fatiga emocional, lo cual no se refleja aún en las cifras duras, pero sí en los índices de confianza. Este desfase entre percepción y datos reales es típico en ciclos donde hay mucho ruido político y económico mezclado.
Por eso, como inversores, el enfoque debe ser disciplinado y estratégico:
No es momento de perseguir modas, sino de consolidar calidad.
La diversificación global y el rebalanceo regular son clave.
Y si bien hay oportunidades en tech y mid caps de EE.UU., no hay que ignorar bonos de largo plazo, que están dando puntos de entrada interesantes.
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